"Toneles del Patio" La Sorpresa Solera, los tradicionales vinos de fiesta

14 octubre 2021

Hubo un tiempo pasado en que toda familia que poseía una viña en España elaboraba su propio vino para autoconsumo. Algunos incluso producían vinos especiales, vinos de fiesta, que serían servidos en celebraciones importantes e incluso como regalo a personas relevantes del pueblo. Estos vinos se han reproducido por casi toda la geografía española, al menos allá donde hubiese una importante cantidad de viña, y también, como no, en Cebreros.

"Toneles del Patio" La Sorpresa Solera fue, como su propio nombre indica, una sorpresa, pues nos acercó a un mundo caído en el olvido local de Cebreros, el de los vinos oxidativos familiares. Su creador Rubén Díaz lo explica a la perfección “este vino es un intento de recuperación de un método tradicional casi extinguido en la zona”.  En efecto, este nominado a Vino revelación revoluciona desde la tradición. Apuesta por volver a los orígenes con vinos especiales, vinos que expresan el tiempo y el lugar.

 

Antiguamente, antes de que se crease en la zona la Cooperativa, las familias elaboraban vino en sus propias casas. Por un lado, elaboraban vino de sus viñedos que luego vendían mediante un sistema establecido en el pueblo de tasadores y mediadores. Pero había otros vinos que se conservaban en el hogar; los vinos de autoconsumo. Estos vinos se metían en tinajas y toneles.

Nos cuenta Rubén que en la tinaja era habitual poner el vino de consumo diario, vinos dulces de albillo, vinos secos y dulces de garnacha. Existía también la costumbre de guardar en tonel de madera vinos de mayor envergadura, se trataba de vinos de fiesta, creados en alguna ocasión especial, como el nacimiento de un hijo o su boda y que, a medida que se iba extrayendo vino, se iba completando con vinos de otras añadas. Estos vinos, por su relación con el oxígeno, tenían una excelente capacidad de guarda, con lo cual podían conservarse durante años.

Conceptualmente se trataba de un sistema similar al de las criaderas y soleras jerezanas pero sin escalas, es decir, sin niveles de edad. El paso de los años suponía que cada tonel iba acumulando “la madre”, el corazón del vino donde se encuentra toda la esencia y el sabor de esa barrica, sabores que eran únicos y exclusivos de su forma de envejecer.

Como la crianza y la evolución es una parte importante en estos vinos, antiguamente se buscaba un lugar en la casa donde las diferencias térmicas fueran muy acusadas, y este lugar casi siempre eran los desvanes o partes altas de las casas. Estos contrastes términos actuaban como potenciadores de la evolución del vino.

Lo que ha hecho Rubén para aportar su pequeño granito de arena a estos vinos es intentar replicar esta elaboración ancestral pero en pleno siglo XXI. En lugar de ubicar los toneles en los sobrados de las casas, lo que este viticultor hace es ubicarlos en el patio de la bodega, haciendo una especie de Sol y Serena tarraconense, pero en toneles de 225 y 500 litros en lugar de damajuanas.

Según parece, el origen de este vino fue casi un accidente. Lo que empezó siendo una forma de no perder los vinos no vendidos y mantenerlos en las barricas durante años e incluso mezclarlos, fue dando paso a un vino de tonel, un estilo y un sabor que su creador reconocía perfectamente de su infancia.

"Toneles del Patio" La Sorpresa Solera tiene su origen en la añada 2010, algo así como su solera. Para su mantenimiento se realizan sacas anuales y se completan con vinos del año, aunque a veces en lugar de rellenar con vino del año se fusionan barricas después de la saca, de forma que no pierden concentración.

Es de agradecer que gente como Rubén se esfuerce por recuperar una tradición tan antigua como esta, pues representa un pedacito de nuestra historia como país productor. Estos vinos, aunque no son los más consumidos, son creaciones de vital trascendencia porque nos aproximan a los pueblos y su forma de entender el vino. Los vinos de fiesta eran muy apreciados por todos y regalarlos o compartirlos era una muestra de generosidad y respeto por los invitados. Como no, este vino proviene de unas garnachas de altura. Se encuentran ubicadas en el término municipal de Cebreros, sobre diferentes suelos de granito descompuesto y pizarra, y asentadas a una altitud que va de los 850 a 950 metros.

Rubén Díaz no es un elaborador cualquiera, es una figura relevante en el devenir de la D.O. Cebreros y sus vinos. Alejado siempre de los focos mediáticos por su carácter poco extrovertido e incluso tímido, sus vinos han ido creciendo en la misma línea ascendente que la zona, gracias a una acertada interpretación de la misma. Se trata de una persona autodidacta, con un gran olfato para el trabajo en viña y bodega, y que dio el salto en 1999 cuando comenzó a vinificar los viñedos familiares que su abuelo  le mandó arrancar para obtener los derechos de replantación para Rueda y Ribera del Duero. La llegada de Telmo Rodríguez al lugar le hizo pensar que la zona tenía potencial y comienza a elaborar diferentes vendimias que él considera el inicio de su aprendizaje. En 2007 llega a colaborar con Jiménez Landi y Canopy, cediéndoles uva a cambio de conocimientos. El tiempo, las vendimias y las vinificaciones dieron lugar al nacimiento del proyecto Viñadores de Gredos, que hoy nos ha traído hasta aquí.

Como elaborador Rubén ha bebido de todas las aguas, desde las elaboraciones extractivas de sus primeros años, a los vinos de corte natural extremo entre los años 2013 y 2016, llegando a la búsqueda de la finura pero con estructura de hoy día. Quién sabe si sus próximos pasos irán en torno a la búsqueda de vinos casi eternos, de momento reconoce que “hay que hacer vinos pensando en 15 a 20 años vista”, toda una declaración de intenciones dentro de la zona.

"Toneles del Patio" La Sorpresa Solera es un vino único en la zona, un pedazo de historia de la España rural en tiempos modernos. Un vino con fuerza, singularidad y con un estilo oxidativo excepcional. Sin duda un digno merecedor de la nominación a Vino Revelación de la Guía Peñín 2022.

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