Las Loberas 2018, Cebreros en su máximo esplendor 

6 octubre 2020

Hay vinos que, más allá de su calidad, y el siguiente nominado la tiene de sobra, son especialmente significativos por lo que suponen y representan.

Nuestro siguiente aspirante a Vino Revelación Guía Peñín 2021 es uno de ellos, Las Loberas 2018. Se trata de un vino que representa muchas cosas, además de ser un fiel reflejo de un paraje muy representativo. La viña de la que nace se encuentra dentro de la recién creada D.O.P. Cebreros, concretamente en la Sierra de Gredos, el dorado vitícola de este rincón abulense, que tantos deseos ha despertado en zonas productoras vecinas.

Para hablar de Las Loberas y de la bodega Soto Manrique es necesario hablar de su creador, Chuchi Soto, hoy en día una figura relevante dentro de la D.O.P. Cebreros

A él se le debe el mérito de haber sido el catalizador para que algunos de los grandes productores existentes en la zona se decidiesen a apostar por esta “nueva” denominación de origen. Y es que no es lo mismo tener a los mejores que no tenerlos y esto fue un trampolín para la puesta en escena de una región que está destinada a conseguir grandes cosas, como ya lo está demostrando.

Por ponernos en antecedes, del Cebreros de antes al de ahora hay un mundo. Se trata de una pequeña región productora que fue la bodega de Madrid del vino retornable. Donde el objetivo era alcanzar color y grado, sin más pretensiones.

Chuchi Soto, de la bodega Soto ManriqueChuchi Soto

Para que el lector pueda hacerse una idea de las dimensiones de la zona, hacia los años Sesenta en un solo pueblo se producía del orden de 15 millones de kilos de uva frente a los 600.000 kilos que se recogen actualmente. La viticultura en esta zona es complicada, al tratarse de un lugar de montaña es muy difícil mecanizar, lo que hizo que la gente fuese arrancando el viñedo para llevarse sus derechos de plantación a otras zonas más productivas.Por ponernos en antecedes, del Cebreros de antes al de ahora hay un mundo. Se trata de una pequeña región productora que fue la bodega de Madrid del vino retornable. Donde el objetivo era alcanzar color y grado, sin más pretensiones.

Como ya ven, el pasado de Cebreros era poco lustroso, como en muchas otras zonas de España. Sin embargo, hay dos acontecimientos que han supuesto un revulsivo para la zona. Por un lado, el trabajo de productores insignes como Raúl Pérez, Dani Landi o Telmo Rodríguez, que hicieron que la gente dirigiese su mirada a este lugar tan especial. El segundo gran germen del cambio fue la creación de la D.O.P. (Vino de Calidad Cebreros) en 2019, gracias al empuje Rafa Mancebo, de la bodega 7 Navas, hoy también presidente de la D.O.P., y que durante años no cejó en el empeño de dar a conocer y situar la zona abulense al mismo nivel que Madrid o Méntrida.

Podemos decir sin miedo a equivocarnos que hoy es un buen momento para Cebreros. Los productores que, como Chuchi Soto, han puesto el foco en las elaboraciones menos intrusivas, más frescas y sutiles, supieron ver el potencial de esta región con altitud, hoy tan necesaria debido al cambio climático, y con diversas orientaciones y tipos de suelo. Este trabajo a través de vinos especiales, como es el caso de Las Loberas, ha de repercutir en los productores y viticultores del entorno, dinamizando así el sector y evitando que se abandonen cepas de garnacha que en muchos casos son centenarias.

La llegada de nuevos productores como Soto Manrique en el año 2016 supuso también un gran cambio para la zona. Empezaron, tal y como nos relata Chuchi Soto, a “cambiar la filosofía de trabajo, cambiar los conceptos de cultivo, la interpretación de las garnachas, principalmente en suelos de granito”. También a nivel de elaboración, “buscando vinos más fluidos y frescos, con menos grado y menos tanicidad”.

En el caso de Soto Manrique se cambió de un sistema de viñas destinadas a uva a granel, un sistema horizontal, a un sistema más piramidal, clasificando las viñas en función de su calidad, trabajo que tal y como reconoce la bodega empezaron en el 2017.

Así es como, a día de hoy, se ha llegado a poder presentar vinos de parcelas específicas como este: Las Loberas 2018, o los vinos de paraje y de pueblo que también embotellan y se podrán especificar en su etiquetado.

Las Loberas es una parcela muy particular, es la de menor altitud de la bodega, entre los 720-750 metros en función de su pendiente. En su entorno te encuentras ante un paisaje muy agreste, en la falda de un cerro del pueblo de Cebreros. De alguna forma, este paisaje salvaje se ve representado en este vino, frutal, pero con estructura, con presencia de flores silvestres. Chuchi Soto la describe como una parcela de contrasentidos porque posee un suelo muy frío, con un granito rosa muy degradado, pero está en una zona cálida de bastante exposición. En cata, el vino se muestra fresco a pesar de su menor altitud, lo que le confiere un agradable final. La boca es muy polivalente, a pesar de su finura, tiene estructura y tensión, a la par que mineralidad.

   

Como pueden observar, Las Loberas es mucho más que un gran vino, es la representación viva del buen momento que atraviesa esta recién creada denominación de origen, es un símbolo y el resultado de un conjunto de cosas que se han hecho muy bien, tanto en la bodega como en la zona.

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