Mis primeros encuentros con el vino (I)
¿Cuál era el paisaje del vino español que me encontré a finales de 1974? En esta fecha comencé a trabajar en el vino.
En esta época en España estábamos conmocionados por el brutal crimen de Alcasser que nos mantuvo pegados a los televisores. El narcotraficante más interpretado en el siglo XXI, Pablo Escobar, se fugaba de su lujosa celda en la cárcel de máxima seguridad conocida como La Catedral. En el deporte, Miguel Indurain ganaba el Tour de Francia por segunda vez consecutiva y Michael Jordan anunciaba su retirada del baloncesto profesional. La banda sonora de aquella época nos dejaba cosas interesantes, como el Friday I’m in love de The Cure o la balada de un grupo heavy titulada Nothing Else Matters.
Mientras todo esto ocurría, José Peñín seguía a lo suyo, el vino. Preparaba por aquel entonces el lanzamiento de una guía que, en su segunda edición, ya recogería más 4.000 catas. Se incorpora al equipo de cata Luis García Torrens, contable de formación, una persona muy importante en la trayectoria de José Peñín, con el que compartió años de trabajo incluso antes de que saliese la Guía por primera vez. Luis será una parte importante del equipo de cata hasta el año 2001, en que decide apostar por nuevas aventuras. En estos años abandona el equipo Ana Sandoval, para incorporarse al equipo de José Luis González Cledera en Vinoselección.
La Guía sigue manteniendo el sistema de puntuación de 0 a 10 puntos de la primera edición. Los vinos generosos siguen dominando a nivel cualitativo en España, como máximos representantes de la tradición elaboradora de un país y se hacen con las puntuaciones más altas del año: Noe Pedro Ximenez (Jerez- 9,5 pts – 3.100 pesetas) de González Byass, Fino La Ina (9,5 puntos, 700 pesetas) de la Bodega Pedro Domecq y PX 1830 de Alvear (9,5 puntos – 3.400 pesetas). A día de hoy, resulta llamativa la ausencia en este selecto grupo de vinos, de algún amontillado, oloroso o un palo cortado.
El primer vino tranquilo en alcanzar 9,5 puntos en la Guía fue un tinto de la Ribera del Duero. El responsable fue el gran Alejandro Fernández, una figura fundamental en el vino español del siglo XX con su Pesquera Gran Reserva 1986 (9,5 pts – 1.600 pesetas). Vega Sicilia introducía en la Guía su Vega Sicilia Único de mezcla de añadas a un precio nunca antes visto, 13.000 pesetas (8 puntos). También pudimos catar este Único bajo las añadas 1968 (8 puntos) y 1980 (8 puntos). En estos años, en la Ribera del Duero, el cabernet sauvignon, merlot y malbec tenían tanta fuerza o más que el tinto fino y las bodegas lo mostraban en sus etiquetas con orgullo. Hoy cuesta mucho más encontrarlas en las traseras de sus vinos. De Ribera del Duero se decía entonces que atravesaba un boom productor, pues un gran número de bodegas se estaban asentando en la zona. Sin embargo muy pocas conseguían brillar. Tinto Pesquera, Vega Sicilia y Mauro eran, casi en solitario, los mejores representantes del momento.
Entre los tintos mejor valorados de este año había marcas conocidas hoy por todos. En Penedès Gran Coronas Mas La Plana 1983 (9 puntos – 2.800 pesetas) de Miguel Torres. En Rioja, Imperial Gran Reserva 1982 (9 puntos – 3.600 pesetas), Viña Real Gran Reserva 1982 (9 pts – 3.400 pesetas), Marqués de Cáceres Gran Reserva 1978 (9 pts – 1.600 pesetas) y Barón de Chirel Reserva 1986 (9 puntos - 1.000 pesetas) representaban lo mejor de la DO más internacional de nuestro país. De ella se comentaba el importante trabajo de mejora y mayor definición de la categoría de crianza, una mejora que había impulsado las ventas del vino de Rioja en España. Sin embargo, por aquel entonces, se apreciaban ciertos desequilibrios en el trato que daban los diferentes gobiernos autónomos a sus regiones a través de subvenciones. También se dirigía la mirada a la “permeabilidad” de sus tres subzonas y su intercambio de uva y vino, algo que se acusaba a través de una excesiva homogeneización de producto que resultaba “preocupante”. Con todo, era y es una zona envidiada y seria en sus protocolos de control. Y no conviene olvidar que fue capaz de ver como un peligro la inclusión de uva extranjera en sus viñedos cuando muy pocas zonas lo veían. Un año antes de la salida de esta Guía, Rioja alcanzaba el estatus de Denominación de Origen Calificada, siendo la primera DO en España en conseguirlo.
Especialmente significativas son las impresiones rescatadas en Toro tras las catas de sus vinos. “Toro está de moda”, se comentaba. Los aficionados extranjeros empezaban a ver en Toro un lugar original y eso impulsó el deseo de los productores a querer estar allí. Todavía faltarían unos años más para ver cómo iría creciendo el número de proyectos en la zona. A pesar de las buenas expectativas, a Toro le faltaba entonces tecnología y de su viñedo se decía que necesitaba una reestructuración que incrementase las insuficientes cepas de tinta de Toro, que por esas fechas compartían terreno con otras uvas como la garnacha, malvasía, verdejo y palomino.
El tiempo corría implacable a través del calendario y pronto estaríamos catando una nueva edición de la Guía. En Guía Peñín esta sensación es aún más acusada si cabe, pues desde nuestros inicios trabajamos con los vinos que verán la luz un año después, así pues, el año de cada edición de la Guía siempre es un año que ha de llegar. La última de nuestras Guías, la edición 2020, sale al mercado en octubre de 2019. Por este motivo a cada uno de nosotros nos cuesta unos segundos de reflexión cuando nos preguntan por la edición de la Guía en la que estamos trabajando o incluso el año en el que nos encontramos.
La tercera edición de nuestra Guía anunciaba importantes novedades. Se trata de la primera edición en que se personaliza el nombre de la guía, a Guía Peñín, marca que seguirá estando presente hasta nuestros días. Se modifica también el sistema de puntuación, que pasa del 0-10 español, al americano de 50 a 100 puntos, aunque únicamente se reseñan los vinos a partir de 70 puntos. Además, las puntuaciones se ajustan a rangos de cinco puntos, es decir, aparece un vino de 70, 75, 80, 85, 90, y nunca puntaciones intermedias como por ejemplo 82 o 76.
Este cambio en el modelo de puntuación, dio lugar a una variación importante en el número de vinos con altas puntuaciones, al calibrarse con la nueva puntuación hacia la baja. Así es como en esta edición sólo dos vinos alcanzaron los 95 puntos (Fino La Ina – 800 pesetas y Alvear 1830 PX - 3.400 pts), equiparable a los 9,5 puntos de las primeras ediciones. Por el contrario, el número de vinos con 90 puntos ascendió a 15 marcas, con una notable representación de Rioja y Jerez, y con los primeros 90 puntos en Priorat, gracias a los vinos de dos Clos; Clos Mogador 1990 (90 pts- 700 pesetas) y Clos Martinet 1990 (90 puntos – 600 pesetas).
Se empieza a ver el potencial de una zona, el Priorat, hasta ahora oculta para los productores nacionales, a través de algunos productores franceses que arrancan su trabajo en torno a un terroir todavía anónimo. De Priorat se dice que lo más singular de esta zona es el valor de la tradición, sus bodegas centenarias, los suelos de pizarra y la presencia de sus dos varietales más relevantes: garnacha y cariñena. “Viejas tradiciones, antiguas técnicas y uvas adaptadas al suelo son el quid de la cuestión, elementos que condicionan la originalidad e irrepetibilidad de unos vinos centenarios”, se decía. Este mensaje que hoy en día es asumido como un valor, no lo era del todo por aquél entonces. Aún habríamos de ver el auge de las uvas francesas también en Priorat. A nivel estilístico aquí imperaban los vinos exuberantes, hipermaduros, con un tanino vigoroso, pero con todo, con una acidez que compensaba todo este exceso de sol y sus cálidos suelos de pizarra. Aun no habían llegado los vinos de corte más fresco y ligero que hoy tenemos también presentes como parte de su identidad.
Este año se mostraron cerca de 1.000 vinos menos con respecto a la edición pasada, en parte por la desconfianza de las bodegas a enviar las muestras a nuestras oficinas, y todo ello a pesar de una intensísima labor de llamadas telefónicas, y también por el adelanto en el lanzamiento de esta Guía. Marqués de Cáceres sufre una importante bajada de puntuación en su Reserva 1986, quedando en esta nueva cosecha y nuevo sistema de puntuación en 85 puntos.
Rueda atravesaba un dulce momento de crecimiento en el que se estaba consolidando como una zona de prestigio a través del auge de pequeñas bodegas, cuyas marcas se estaban conociendo con gran rapidez. Por aquél entonces se mantenía la división entre el Rueda y el Rueda Superior, considerado por la Guía como “un gran acierto para facilitar la elección entre consumidores”. Poco a poco la verdejo se va haciendo con el control de la zona y la palomino y la viura van perdiendo hectáreas conforme avanzan los años. Algunas bodegas de la zona estaban presionando para introducir vinos tintos en una zona de blancos, a este respecto en la Guía se comentaba “quien quiera hacer tinto que los haga, pero reservando el nombre de Rueda tanto para el blanco de mesa como para el histórico generoso, que dicho sea de paso, debiera potenciarse más”. Interesante reflexión en aquellos años, vista hoy en perspectiva.
En Galicia, en la jovencísima D.O. Rías Baixas, la modernización de las instalaciones y la creación y renovación del viñedo se realiza a ritmo trepidante, “tanto que ha ocasionado que aumente considerablemente la oferta”, lo que les obligó a poner en marcha adecuados canales de comercialización. Es precisamente en este momento de crecimiento del prestigio cuando se empezó a caer en una comercialización apresurada. La idea era y es que cuanto antes se venda el vino mejor, sin tener en cuenta el momento óptimo para su consumo, que precisamente aquí es más tarde que en las zonas menos frescas. No hace tanto tiempo de esto, así que no debiera ser tan complicado cambiarlo, siempre y cuando todos los productores estén conformes… En esta edición, de Somontano se dice que podría llamársela la Rioja Aragonesa, por su mayor frescura y suavidad glicérica con respecto al resto de vinos aragoneses. De esta D.O., se ensalzan las uvas cabernet sauvignon, merlot y moristel, uva originaria del Somontano (de la parraleta, otra uva propia del Somontano, ni se la escuchaba, ni se la esperaba). De la moristel todavía no se han conseguido grandes resultados que la coloquen como un valor único dentro de los tintos de Somontano. Quizá lo leamos en la Guía Peñín 2025, quién sabe.
1995-1996: 3.000 vinos catados aunque solo 1600 reseñados, pues se sigue manteniendo el criterio de no publicar los vinos inferiores a 70 puntos. Por vez primera tres cavas consiguen entrar en los rangos de 90 puntos o más: Jaume Codorniu Br (92 puntos – 5.400 pesetas), Codorniu 1551 BN (90 puntos – 1.200 pesetas) y Raimat Gran Brut (90 puntos - 1.300 pesetas). En esta edición 31 vinos se sitúan entre 90 y 95 puntos, y por primera vez 4 vinos alcanzan 95 puntos.
En Priorat empezamos a hablar de los “Clos” y de cuatro firmas que están situando a los tintos del Priorato a la cabeza de España: Barbier, Martinet, Álvaro Palacios y Pastrana. A nivel varietal en la zona se sigue trabajando con viñas de cabernet sauvignon, merlot, syrah y garnacha y cariñena. Este es el año en que se cata por vez primera el vino L’Ermita de Álvaro Palacios, añada 1993 (94 puntos – 17.000 pesetas), con un precio nunca antes visto en un vino de España. Mas Martinet alcanza la máxima puntuación para un vino tinto con un cabernet sauvignon, Martinet Especial Cabernet Sauvignon 1993 (95 puntos – 2.600 pesetas).
Mientras tanto en Ribera del Duero, Vega Sicilia, Pesquera, Hacienda Monasterio, Canónigos y Carraovejas, empiezan a ser la punta de lanza de una D.O. “que puede ser una de las tres grandes zonas de tintos de Europa, superando incluso a La Rioja”. Entra en escena la bodega Alión, obteniendo su Alión Reserva 1991, 93 puntos (1.500 pesetas), más que el Vega Sicilia Gran Reserva 1970 (92 puntos – 12.000 pesetas) o el Vega Sicilia Único Reserva Especial (90 puntos – 15.000 pesetas). El vino Valbuena Reserva 1990 se convierte en el tinto más puntuado en Ribera del Duero (95 puntos – 5.000 pesetas) y en uno de los dos más puntuados de España. Solo 4 vinos de Rioja alcanzan 90 puntos y uno de ellos es blanco: Barón de Chirel Reserva 1988 (90 pts – 4.500 pesetas), Cosme Palacio y Hermanos Crianza 1991 (90 pts – 1.000 pesetas), Marqués de Griñón 1992 (90 pts – 700 pesetas) y el blanco Muga Fermentado en Barrica 1994 (90 pts – 600 pesetas).
Por primera vez un vino de Somontano entra en el universo de los 90 y no es un tinto, sino un blanco de chardonnay: Enate Chardonnay Fermentado en Barrica 1993 (90 puntos – 900 pesetas). Aparece en escena Viñedos y Bodegas de Malpica en la Guía y en su primer año coloca tres vinos en 90 puntos, dos de ellos en la primera cata vertical que aparece en la Guía: Dominio de Valdepusa Cabernet Sauvignon 1990 y 1992 (1.000 pesetas).
Y así cerrábamos la cuarta edición de una Guía que habría de seguir avanzando en paralelo a la industria del vino, repasando no solo los vinos más singulares y exclusivos, sino también los destinados al gran consumo.
¿Cuál era el paisaje del vino español que me encontré a finales de 1974? En esta fecha comencé a trabajar en el vino.