Botella de vino, ¿cuanto más grande, mejor?
Repasamos los distintos formatos que se pueden encontrar en el mercado y cómo afectan a su contenido
Se trata del carnet de identidad del vino, el lugar en el que se detallan algunas de sus características propias y los aspectos de índole legal que le afectan. En ella podemos encontrar normalmente la marca distintiva del vino, el nombre de la bodega, la denominación de origen, la cosecha, el grado alcohólico y el volumen contenido. Hoy en día ya es menos frecuente, pero anteriormente también solía contener el registro embotellador y los registros de sanidad y de exportación. Ahora toda esta información más técnica suele estar en la parte trasera de la botella, lo que comúnmente conocemos como “contraetiqueta”.
Lo más habitual es encontrarnos con etiquetas de papel o de algún material plastificado, aunque también es bastante usual ver hoy en día botellas en las que la información relativa al nombre del vino, bodega, cosecha, etc., aparecen serigrafiados en el vidrio de la botella
Otros campos que es muy habitual encontrar en las etiquetas hacen referencia a la variedad de uva –sobre todo en caso de los vinos monovarietales, elaborados con una única variedad- y también al lugar de donde proceden las uvas como en el caso de los “vinos de pago” o en otros que no lo son, pero hacen alusión a la propiedad: finca, clos (término tomado de Borgoña), dominio, parcela, entre otros. Todos estos términos están fuertemente reglamentados través de las denominaciones de origen, por lo que la bodega ha tenido que demostrar ante su Consejo Regulador que las uvas proceden del lugar donde se indica en la etiqueta.
Tampoco es raro ver en algunos vinos de edición limitada la numeración de esa botella en relación con la producción total del vino. Y, por supuesto, los premios: muchas bodegas optan por incluir en la etiqueta la concesión de medallas a ese vino en particular en concursos nacionales o internacionales o puntuaciones destacadas en las guías más prestigiosas, entre las que se encuentra, en muchos casos, la Guía Peñín.
Ejemplos de etiquetas en las que se indica la procedencia de las uvas, añada, denominación de origen., edición limitada, etc.
La cosecha, como no, indica el año en el que se efectuó la vendimia. Este dato nos ayuda a identificar las posibles características de ese vino en particular en función de las circunstancias climatológicas que sufrió el viñedo ese año. Existen términos específicos que hacen mención a la tipología de vino embotellado, menciones como oloroso, amontillado, vino de solera, todos estos términos indican el tipo de producto que contiene en su interior. Generalmente se trata de menciones tradicionales que están bien reguladas por cada Consejo Regulador. Las etiquetas frontales también suelen indicar si el vino obedece a alguna otra mención tradicional de crianza, como las famosas categorías de roble, crianza, reserva o gran reserva.
La contraetiqueta es utilizada por las bodegas de forma desigual. Existen datos relevantes que aparecen en prácticamente todas estas etiquetas, como los datos del elaborador, volumen, grado alcohólico, números de registro, código de barras, y zona de producción. En la parte trasera de la botella es donde habitualmente encontraremos el sello o tirilla de la denominación de origen a la que pertenece cada vino. Las propias tirillas de los consejos reguladores también contienen información relevante, como la añada, o etiquetas especiales para vinos jóvenes, vinos crianza, reserva o C.V.C. “conjunto de varias cosechas”.
Algunos elaboradores aprovechan el espacio de la contraetiqueta para poner información más poética sobre las bondades del vino o de la casa que lo elabora. Incluso los hay que aconsejan el maridaje mas apropiado para el vino o la temperatura de consumo.
La cápsula es la envoltura que cubre el gollete de la botella y tiene la misión fundamental de garantizar que el vino no ha sido descorchado con anterioridad. El plomo ha sido tradicionalmente el material más utilizado (antaño lo fue el lacre), aunque últimamente ha sido sustituido por otros más inocuos como el estaño o el plástico para evitar su posible toxicidad.
España es la segunda potencia productora de corcho del mundo por detrás de Portugal y eso se nota también en los tapones de vino. En nuestro país, más de un 90% de los vinos más comercializados se producen con este material, aunque dentro de los tapones elaborados con corcho hay una categorización que daría para otro capítulo: corcho de una sola pieza, colmatados, aglomerados, de corcho tratado, etc. Normalmente son tapones cuya longitud puede variar de los 44 a los 50 mm aproximadamente. Sin embargo también han proliferado otros materiales sintéticos para la elaboración de los tapones de vino, que vienen a sumarse a los también clásicos “tapones de rosca”.
En las últimas décadas, el gusto por la innovación en el diseño ha alcanzado no solo a las etiquetas, sino a todo lo relacionado con el packaging del vino: la forma de la botella, cápsulas, embalaje, cajas, packs de regalo, etc. En el caso de las etiquetas, el clasicismo parece seguir funcionando para las grandes casas con una larga tradición histórica. Pero hoy en día las bodegas dan una gran importancia al diseño de sus etiquetas y no dudan en contratar a importantes agencias nacionales o internacionales para que les ayuden a diseñar, no solo su imagen, sino toda una elaborada estrategia de marketing asociada a su marca y en la que se cuida hasta el más mínimo detalle.
Repasamos los distintos formatos que se pueden encontrar en el mercado y cómo afectan a su contenido